En El Tambo, una hermosa vereda entre montañas tolimenses, Andrea Pérez encontró en la panadería, una esperanza para darle a su familia un futuro más dulce. Gracias a los cursos que ofrece Comfenalco Tolima, su pasión por la repostería se ha convertido en un sueño que hoy alimenta con esfuerzo y dedicación.
Andrea Paola Pérez, madre de 32 años, pudo hallar en la panadería mucho más que una pasión. Vive en El Tambo, donde los caminos son largos y las oportunidades escasas. Sin embargo, eso no la ha detenido. Con dos hijas pequeñas y un esposo que la miran con admiración, Andrea decidió dar un giro a su vida y se inscribió en los cursos de la Institución de Educación para el Trabajo y el Desarrollo Humano de Comfenalco Tolima, con la esperanza de aprender un oficio que les asegurara un mejor futuro.
Lo que comenzó como un simple gusto por hornear tortas para su familia, hoy se ha convertido en el motor que impulsa sus sueños. “Siempre les digo a mis hijas y a mi esposo que ellos son mi control de calidad”, comenta Andrea con una sonrisa, recordando cómo cada creación suya pasa primero por el paladar de sus seres queridos.
Sus hijas, siempre a su lado, disfrutan cada preparación y se han convertido en sus más fieles aliadas. Para Andrea, el apoyo de Comfenalco ha sido crucial. “Este apoyo me llena como mujer, me llena como persona”, menciona con firmeza, refiriéndose no solo al conocimiento adquirido, sino al espacio de crecimiento personal que ha encontrado en cada clase del instituto. En su vereda, donde conseguir un pastel o un postre es todo un reto, ella sueña con abrir su propio negocio, ofreciendo dulces creaciones que alegren los corazones de sus vecinos. “Allá, en El Tambo, veo la necesidad de que alguien haga tortas, postres (…) yo quiero ser esa persona”, dice, imaginando cómo sus creaciones pueden llenar de dulzura los eventos de su comunidad. Los cursos que ha tomado en Comfenalco Tolima no solo le han dado las herramientas para emprender, sino también la confianza para creer en sí misma y en lo que puede lograr.
Aunque el trayecto desde su casa hasta el instituto es largo, Andrea no se desanima. Cada clase representa un paso más hacia la vida que siempre ha querido para sus hijas. “Vale la pena cada trayecto”, dice con una sonrisa que refleja su determinación. Los cursos de Comfenalco Tolima han sido mucho más que una formación técnica; han sido para ella una fuente de esperanza y un recordatorio de que, con esfuerzo y dedicación, todo es posible. En cada receta que aprende, en cada clase que toma, Andrea encuentra la fuerza para seguir adelante. “No hay edad para aprender (…) el que quiera aprender cosas para su futuro, que lo haga; que deje el miedo”, asegura, convencida de que nunca es tarde para soñar y para construir un mejor porvenir.
Su historia es la de una mujer que ha decidido no dejarse vencer por las distancias ni por las limitaciones. Con cada paso, Andrea demuestra que el amor por lo que se hace, combinado con la educación, puede transformar vidas. “Lo que más me ha dado Comfenalco es la oportunidad de crecer y de creer en mí misma”, concluye. Para ella, la panadería no es solo una técnica aprendida en un aula; es la receta que la llevará a hornear un futuro más dulce para su familia y su comunidad, de la mano con Comfenalco Tolima.